miércoles, 6 de agosto de 2014

IMPULSO MISIONERO

El espíritu misionero debe animar a todas las Hermanas (C.25, b)


La Compañía, incardinada en la Iglesia como célula viva, quiso siempre seguir el mandato del Maestro “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”
Ya en 1634, San Vicente nos dejó como legado una frase para que fuera utilizada en el momento oportuno: “no soy de aquí ni de allí”
Y la Compañía desde su cuna fue enviada a predicar con palabras y con obras. ¡Perdón! Altero el orden para no llevar la contraria a San Vicente; él decía algo así: “primero llenáis el estómago para después catequizar”. Manera peculiar de evangelizar y que no ha perdido su vigor original, por suerte. Desde entonces un discreto reguero de Hijas de la Caridad ha cruzado los caminos del mundo sembrando las semillas de la Palabra y regándolas con el agua fresca de la caridad cristiana.
En vanguardia o en retaguardia, las Hijas de la Caridad  han sido y son misioneras: en la cocina o en la escuela; en el hospital o en el campo de batalla; en Honduras o en el carrito de ruedas…
Hoy, nuestra Asamblea, consciente de su deber misionero busca la manera de darle un empujón audaz, consciente de que el mundo de los pobres está falto de evangelio.
Erigida nuestra Provincia de Barcelona, no tuvo reparo en optar muy pronto por la misión Ad Gentes. Las diferentes visitadoras y sus consejos, no han escatimado esfuerzos para mantener los ánimos y los servicios de las Hermanas. Honduras sabe de entrega generosa de Hermanas y Padres Paúles. De allá regresan dejando sus energías físicas pero también las semillas del Reino. Han cumplido y cumplen la misión encomendada.

Sor María Teresa Brull, con su entusiasmo misionero y su buena gestión, ha sabido mantener el cariño y ayuda hacia esa tierra tan querida para los Hijos e Hijas de San Vicente. La Asamblea reconoce su buen hacer, agradece sus puntuales informaciones y su trabajo meritorio, in situ, a favor de la infancia pobre. Gracias Sor María Teresa 


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