El espíritu misionero debe animar a todas las Hermanas (C.25, b)
La
Compañía, incardinada en la Iglesia como célula viva, quiso siempre seguir el
mandato del Maestro “Id por todo el mundo
y predicad el Evangelio”
Ya en 1634, San Vicente
nos dejó como legado una frase para que fuera utilizada en el momento oportuno:
“no soy de aquí ni de allí”
Y la Compañía desde su
cuna fue enviada a predicar con palabras y con obras. ¡Perdón! Altero el orden
para no llevar la contraria a San Vicente; él decía algo así: “primero llenáis el estómago para después
catequizar”. Manera peculiar de evangelizar y que no ha perdido su vigor
original, por suerte. Desde entonces un discreto reguero de Hijas de la Caridad
ha cruzado los caminos del mundo sembrando las semillas de la Palabra y
regándolas con el agua fresca de la caridad cristiana.
En vanguardia o en
retaguardia, las Hijas de la Caridad han
sido y son misioneras: en la cocina o en la escuela; en el hospital o en el
campo de batalla; en Honduras o en el carrito de ruedas…
Hoy, nuestra Asamblea,
consciente de su deber misionero busca la manera de darle un empujón audaz,
consciente de que el mundo de los pobres está falto de evangelio.
Erigida nuestra Provincia
de Barcelona, no tuvo reparo en optar muy pronto por la misión Ad Gentes. Las
diferentes visitadoras y sus consejos, no han escatimado esfuerzos para
mantener los ánimos y los servicios de las Hermanas. Honduras sabe de entrega
generosa de Hermanas y Padres Paúles. De allá regresan dejando sus energías
físicas pero también las semillas del Reino. Han cumplido y cumplen la misión
encomendada.
Sor María Teresa Brull,
con su entusiasmo misionero y su buena gestión, ha sabido mantener el cariño y
ayuda hacia esa tierra tan querida para los Hijos e Hijas de San Vicente. La
Asamblea reconoce su buen hacer, agradece sus puntuales informaciones y su
trabajo meritorio, in situ, a favor de la infancia pobre. Gracias Sor María
Teresa
¡¡¡Si, la Compañía es misionera por naturaleza!!! ¡¡¡Gracias!!!
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